miércoles, 2 de julio de 2014

Allá lejos y hace tiempo




Echado en el pasto, con la frente en el cielo,
regreso al origen. 

Cuando yo era niño gozaba como niño.
Las plazas eran espaciosas como un campo,
y podían hospedar la alegría de cuatro pueblos.
Los simples gorriones eran la sorpresa
en alas más nueva, y cuando llegaban del cielo
los regalos vestidos de hornero,
calandria o zorzal,
la sonrisa me duraba hasta las estrellas. 

La realidad estaba cargada de entidad
y en pleno movimiento. 

Los árboles y las plantas eran dioses callejeros,
y cada adulto tenía la sabiduría necesaria. 

Recuerdo mis caminos de tierra,
y el paso silencioso de las hormigas. 

Gracias doy a las cosas y los seres 
que me hablaron en el alba de aquel hermoso tiempo. 

La infancia es un largo mediodía
en el que nunca atardece. 

                                    
                                                       Quinta Los Ombúes, San Isidro, Agosto de 2013