lunes, 1 de febrero de 2010

Franz Rosenzweig, el lugar del Otro.




Dejar que el otro
el que nunca escucho
ni estimo
hable
para poder hallar
desconocida perla de mí
en esa alteridad.

De remota hacerla cercana
y arrimarle una banqueta
para intercambiar diferencias
pareceres sutilezas mundos
que la gelidez del yo aparta de otros mundos
no menos congelados ni autistas.

De dos hacer uno
ameba del lenguaje
volverme yo otros
y así advertir
que el páramo más llano
ofrendándome
puede habitarse.