jueves, 17 de marzo de 2016

Simetrías: Pink Floyd y el tábano socrático


High Hopes es el último tema del último disco de Pink Floyd, aquel que cierra su obra, de un modo coherente con su espíritu melancólico y patético. (Cuando hablo del "último disco" de Pink Floyd, justamente me refiero a este microclima que atraviesa casi toda la obra de la banda inglesa, exceptuando algunos deslices en Momentary Lapse of Reason y en casi todo Final Cut.
Es por eso que no considero como último disco a aquel que desde hace año y medio cumple la función de incrementar las arcas de dos de sus integrantes y de la discográfica que los patrocina)
En High Hopes se reúne, a modo de dramático epílogo, toda la metafísica de Pink Floyd, su atmósfera espesa, nihilista y evocadora de aquellos viejos espectros (Barrett, la locura, los años de la juventud, la amistad y la unidad, las sombras del tiempo presente, el sueño de una zona de descanso bucólica, idílica) que deambulan alrededor de las letras de Waters y de las pausadas cadencias de Gilmour.
Al principio del tema, siempre me llamó la atención que, detrás del llamado tubular de las campanas, que convocan, como en una misa, a presenciar el canto del cisne, una suerte de mosca (o tábano) merodea (de modo estereofónico) sobre el enigmático tintineo.

Hace poco tiempo tuve la oportunidad de ver el film Stone (2010, John Curran), donde actúan dos de los mejores actores de su generación: Robert De Niro y Edward Norton.
Fue ver ese elíptico- y a veces, excedidamente metafórico- largometraje para comprender el enigma de la mosca que preludia el último tema de Pink Floyd. Al principio y al final de la cinta, otra mosca (otro tábano) aguijonea la mente perturbada del papel que encarna Robert De Niro, dejándolo acorralado en dos momentos centrales de su vida (el que da comienzo a la cinta, y el que la concluye. No quisiera agregar más).
De inmediato, y gracias a esta curiosa simetría, recordé el tábano socrático de la Apología de Platón, aquel que cumple la función de inquirir, y aguijonear nuestra aplomada conciencia.
¿Y si el tábano que acecha en las campanas conclusivas de High Hopes no es el mismo que atosiga al patético personaje que interpreta Robert de Niro en Stone? ¿Y si ese tábano no se remonta al mismo que hace dos mil quinientos años encarnaba Sócrates para la "aburguesada" democracia ateniense?

En todos los casos, el hecho es el mismo: hay un ánima incómoda, zigzagueante, que a todos nos interpela alguna vez en la vida, exigiéndonos respuestas, obligándonos a hacer un blanqueo de cuentas, un examen de conciencia: ese y no otro es el tábano que puede acechar dentro (y fuera) de nosotros, ayer, hoy y siempre.