Aprendan de mí
que oigo a mi Padre
y eso hago.
Ahora comprenderán
que tienen oídos
para oír
las miserias del cautivo
y de la huérfana.
¿Quién oirá las palabras del mudo?
Dejen que ellos
hablen
por ustedes,
y que lo oculto salga a la luz,
porque va a llegar un día
en que toda palabra
hueca
será arrancada
de sus lenguas.
Estén atentos,
porque el día se acerca
pero no se anuncia.
sábado, 10 de enero de 2009
Parábola de la higuera
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